miércoles, 23 de octubre de 2013

Estoy de vuelta, muy cansada, y un poco más sabia

Parece que ya pasó una semana desde que me marché a Tarragona a hacer el curso. El tiempo se me pasó volando, y al mismo tiempo vivimos muchas cosas en tan sólo tres días, como un pequeño Gran Hermano (como dijo A., en "Tarragona todo se magnifica").

Día 0: El viaje de ida

Los tres compañeros que decidimos realizar el curso quedamos, con nuestras maletas, muchos nervios y mucha ilusión, en la ciudad donde viven ellos para salir en coche desde allí. Mi madredepacienciainfinita madrugó conmigo y me acercó.
Tras muchos kilómetros, paramos a comer en el área de servicio de un pueblo que se llamaba nosequé del Páramo.
Por la tarde - noche, los chicos necesitaban un estanco. Paramos en Quinto (Zaragoza). La chica del estanco le dijo a otra que ya tenía que cerrar, que es jueves, y ya se sabe lo que pasa los jueves. Nos quedamos con las ganas de saber qué pasa los jueves en Quinto.
Llegamos a Tarragona a las 11 de la noche o así. Como los del hotel estaban avisados de nuestra llegada, buscamos un sitio para cenar antes de buscar el hotel. Acabamos en un McDonalds. A mi amigo A. le entró la risa, porque quería pedir un McPollo y en el cartel ponía McPollastre, algo lógico cuando en catalán se llama así (pero tengo que reconocer que a mí pollastre también me parece una palabra supergraciosa, por supuesto dentro del respeto al idioma).
Donde yo vivo, si pides un McMenú y no especificas nada, te ponen el pequeño. En Tarragona me pusieron el grande, seguramente pensaron "esta chica debe de ser de buen comer", o me vieron cara de hambre.
Llegamos al hotel, y subimos a nuestra acogedora habitación con tres camitas. Me tocó la supletoria (ellos fueron más rápidos en poner sus mochilas encima de sus camas), pero era muy cómoda. Qué maravilla, hace calor y puedo dormir con la sábana sola. Dormí como un bebé.


Día 1: El curso y la gente

Suena mi despertador ("Good morning, papapapapapapapapa good morning"). Me levanto yo primero para ducharme con calma y terminar de prepararme mientras los demás se duchan. Tengo la suerte de que el lavabo está fuera del baño y puedo maquillarme sin perder el tiempo.
Bajamos a desayunar. Redescubro el maravilloso sabor del pà amb tomàquet. Desayuno como una reina. 
Bajamos al curso, recogemos nuestra carpeta y acreditaciones y entramos.
Al principio nos dieron un montón de teoría, pero necesaria. Yo escuchaba con los ojos muy abiertos. A nuestro lado se sentó una chica encantadora, ya se quedó con nosotros el resto de los días, diciendo que los gallegos la adoptamos. Más maja.
Salimos a comer con nuestra nueva amiga, y se nos unió más gente, otro chico y otra chica. Nos fuimos a un chino.
Por la tarde, además de la teoría, hicimos una pequeña práctica, tanto en el papel de pacientes como en el de terapeutas. Salimos encantados.
Por la noche salimos a cenar por el centro, y nos volvimos a encontrar con los amigos del mediodía. Acabamos en una terracita en la plaza del Ayuntamiento, cenando la mar de a gusto, y creando un grupo de Whatsapp para seguir diciendo burradas aun sin vernos. Es genial la conexión que estamos creando con gente de todo el país, y lo bien que nos llevamos todos.
Volvemos al hotel a las 2 de la mañana. 


Día 2: Seguimos aprendiendo

Good morning, papapapapapapapapa good morning. Me levanto zombi. Desayuno zombi. En el curso (que continúa siendo muy interesante) tengo tanto sueño que me bizquea un ojo, pero sigo prestando el 100% de atención.
Vamos a comer a un sitio de menú. Rompo mi abstinencia de cafeína de más de dos años tomándome un café con leche clarito, rezando para que no me provoque taquicardia.
El café me sienta de cine. La tarde la dedicamos a la práctica pura y dura, como terapeuta, como paciente y como observador. Una experiencia alucinante.
En la habitación hace calor, en el curso ponen el aire y hace frío, en los descansos bajamos a la puerta y hace calor... Parecemos un anuncio de Actimel. 
Quedamos para cenar con nuestros amigos, pero acabamos siendo un grupo grande de gente que se nos fue uniendo. Vamos a la terraza de un italiano, y luego a la plaza del Ayuntamiento a tomar un mojito de fresa. Es maravilloso poder estar de noche en la calle con manga corta y una rebequita fina.
Algunas de las chicas hablaban catalán entre ellas, y yo las escuchaba atentamente para ver cuántas cosas entendía (al fin y al cabo, el gallego y el catalán son primos hermanos). Cuando se daban cuenta de que había gente de otros sitios, cambiaban al castellano. Yo siempre les decía que no se preocuparan, que de hecho me gusta oír hablar en catalán, pero seguían en castellano.
Volvemos al hotel a las 2 de la mañana. Otra vez.


Día 3: La despedida

Good morning, papapapapapapapapa good morning. Abandono mi querido Colacao para desayunar un café que me devuelve la vida y el alma.
Seguimos aprendiendo un montón, estoy convencida de que este curso me va a ser muy útil.
Vamos a comer a una bocatería con un montón de compañeros del curso.
Por la tarde, de nuevo práctica. Vuelve a ser alucinante, todo lo que diga es poco.
Empiezan las despedidas. La gente tiene que coger buses, trenes y aviones, y nos despedimos de ellos en la puerta, no sin antes ponernos a recopilar emails y whatsapps como locos. Creamos otro grupo.
Uno de nuestros amigos se queda, y nos vamos a cenar con él después de dormir una mega siesta tardía.
Tras cenar, vamos a dar una vuelta por la cuidad. Vemos las ruinas romanas, la catedral (llegamos a tiempo de ver cómo recogían los puestos del mercado medieval, qué pena), y toda la zona vieja. Acabamos, cómo no, tomándonos un mojito de fresa.
Esta vez no llegamos a las 2 de la mañana. Llegamos a la 1.
En el baño del hotel había UNA CUCARACHA DEL TAMAÑO DE WISCONSIN. Empecé a dar vueltas por la habitación dando grititos y saltitos, y A. la pisó. Varias veces. La cucaracha ya no puede caminar.


Día 4: El viaje de vuelta

Good morning, papapapapapapapapa good morning. Los restos mortales de la cucaracha continuán ahí. Desayunamos, un poco melancólicos, en el comedor vacío. Espidifen con Colacao.
Paramos en Zaragoza, compramos unos bocatas y seguimos.
Duermo una minisiesta, y cuando me despierto vamos por Madrid. WTF.
Paramos en Madrid a comer los bocatas a las 5 de la tarde. Alguien debería decirles a los que diseñan las áreas de descanso que la mitad de la población no podemos hacer ciertas cosas en un árbol o contra un muro.
En León empezamos a ver nubes oscuras. Mi madre me advierte que en Galicia hay alerta por viento y lluvias.
Uno de nuestros amigos, que volvió a casa en avión, nos manda fotos desde la playa. 
A medida que nos acercamos a la línea del mapa, parece que estamos entrando en Mordor. Al cambiar de comunidad, empieza a llover.
Los últimos kilómetros son horrorosos, llueve tanto que no se ve la carretera. Me vuelve a doler la cabeza.
Llegamos. Ellos ya pueden ir a descansar a sus casas. A mí me recoge mi madre y aún nos quedan 80 km.
Me da la migraña fuerte. Llego a casa a las 11:30, me tomo otro Espidifen (mi gran amigo fiel), me meto en cama y, tras dedicar mi último pensamiento del día al curso y a mis nuevos amigos, me quedo dormida.


Reflexión: 

Repasando todo lo que me enseñó este curso, se me ocurrió la comparación con un tren:

- En la carrera me enseñaron qué es un tren, para qué sirve, y cómo se viaja en él.

- En el trabajo que tuve, fui pasajera en un tren que daba vueltas y no me llevaba a ningún destino.

- Los últimos meses estuve en la estación, buscando el tren adecuado.

- En este curso me están enseñando a pilotar trenes. Cuando realice el segundo nivel del curso, podré manejar un tren yo sola.

- Algún día, no muy lejano, voy a tener mi propio tren, lo voy a conducir yo, y va a llegar tan lejos como yo quiera.


Reflexión final: 

Hoy cené pà amb tomàquet. ¡Qué cosa más rica!



6 comentarios:

  1. Hola guapa!!
    Me encanta cómo cuentas las cosas y el humor que le echas, haces bien en ser así que ya está todo bastante mal por este mundo... con el episodio de la cucaracha me partía...
    Oye, sobre lo que me preguntaste, he estado buscando y buscando, tengo un monton de sombras grises pero chica ninguna tiene ese matiz entre azulado-morado-plateado oscuro que tiene la de Primark... he encontrado una parecida de Peggy sage pero como la tengo depotada en una paleta ni idea del nº o del nombre que tenga... mira por Ebay a ver si la encuentras o en makeup center que estan muy bien de precio... espero haberte ayudado!!!
    Besines

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    1. Vaya! Lo siento por las molestias, te imagino rebuscando entre todas las sombras :P Muchísimas gracias, seguiré buscando! Muak!
      PD: Ahora me hace gracia lo de la cucaracha, pero en el momento me imaginaba durmiendo en el pasillo si ese bicho seguía vivo. Puaj! :D

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  2. Eres la repera!! Tanto tu forma de contar el día a día como tus reflexiones finales son hilarantes. Y esa cucaracha no sabe la pobre que se ha hecho famosa ya desde tu blog... lástima que no puede disfrutar de sus bailes. Mil besos, mi querida amiga.

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    Respuestas
    1. Jajajajaja, muchas gracias, Rosy! Da gusto leer tus comentarios tan amables :)
      Existen fotos de la cucaracha, pero me da tanto asco que no la quiero incluir en el blog, puaj! Prefiero que siga en el anonimato.
      Muchos besos!! :*

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  3. Anda! Esa alarma la tenía yo en mi antiguo móvil. Se murió y ahora tengo otro que suena como más pijo. Echo de menos mi pequeño móvil (snif). Cuidalo mucho!
    Bueno, ahora en serio. Qué viaje tan chulo! Y bonita metáfora. Yo estoy viendo si ya me lanzo a llevar mi propio tren. A ver qué tal va.
    Besos!!

    Pd: por lo que decías que por tu blog parecías tener 14 años, supongo que lo dirás por el color y los dibujos, pero yo creo que podríamos tener la misma edad. Es bueno dejar expresarse al niño que llevamos dentro. Me encantan los dibujos y ese rosa de chuche le va bien a tu estilo de ver las cosas con optimismo.

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    1. Caray, acabo de leer tu comentario más de 4 meses después :( No sé cómo hacer para que el blog me avise de los comentarios recibidos, no fui capaz de configurarlo. Últimamente me estoy perdiendo muchos comentarios y me da mucha rabia!

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