Lo sé, llevo mes y medio sin publicar nada, y la única razón es la total y absoluta falta de tiempo de estas últimas semanas. Os cuento:
Aunque mi blog sea una pijada rosa infantil y cursi llena de gatitos y
amigurumis, sólo muestra una parte de lo que soy yo. La Koki que hace cupcakes, cose broches de fieltro y lleva vestidos con estampado de corazones. Pero existe otra parte de mí, la persona seria y responsable, empática y que trabaja para ayudar a los demás. Es la parte de mí que incluye mi profesión. No sé si lo conté alguna vez en el blog, pero lo cuento ahora: soy
psicóloga. Hasta junio del año pasado trabajé en una asociación, pero, cosas de la vida y de la crisis y demás historias (qué os voy a contar a estas alturas), esa relación laboral se acabó.
Cuando acabé la carrera no tenía ni idea de qué iba a hacer con mi vida. Durante un año hice prácticas en varios sitios y realicé tareas de voluntariado, hasta que conseguí trabajo. Aunque mi trabajo me gustaba, sabía que no iba a ser mi trabajo definitivo. En un futuro muy muy lejano, me veía a mí misma trabajando en mi propia consulta, pero quería tener algo de experiencia laboral primero.
Pasaron los meses, pasamos un terrible duelo, llegó el otoño... y yo seguía sin saber qué demonio hacer ni a qué puertas llamar. Hasta que la idea de montar una consulta se empezó a perfilar. Hice los cursos de Tarragona y Madrid, que me dieron confianza, fuerza y ánimos. Cuando me planteé empezar a moverme y buscar pisos y/o locales, llegaron las navidades. Después de las navidades, pasé mes y medio enferma, encadenando alergia, gripe y lumbalgia. Durante enero y medio febrero, encerrada en casa, sentí que me volvía medio loca, como un gato encerrado en una caja.
Cuando me puse un poco bien, decidí volver al gimnasio con mucho cuidado, sobre todo para recuperar mi debilitada salud mental y un poco de vida social.
Una compañera del gimnasio, cuando le conté mis planes, me puso en contacto con una persona dedicada a la construcción. Esa persona me puso en contacto con el dueño de un piso con las características que yo necesitaba. Cuando fui a ver el piso (aún media drogada por el relajante muscular que me dieron para la lumbalgia), sabía que
ese piso iba a ser para mí.
Y en esas estamos: me estoy trasladando, llevamos días en un batiburrillo de cajas, cinta de embalar, estanterías Billy, mesitas Lack y muebles Expedit (que por cierto, leí que Ikea los deja de vender este mes). Les debo varias mariscadas a mi madre, a mis hermanos, a unas amigas que vinieron con un furgón, y a otros amigos que vinieron a ayudar. Más me vale volverme rica pronto.
Esa será mi casa, como cantaba Nino Bravo, y mi trabajo también; porque en este piso tengo espacio suficiente para tener un dormitorio, una mini salita, una cocina, una consulta, una salita de espera y dos baños, todo según la normativa.
Si todo sale bien, me doy de alta en autónomos en abril, y empieza la aventura. En mi balanza no sé qué pesa más, si la ilusión o el miedo. De momento estoy guardando el miedo en un cajoncito para que no me dé demasiado la lata!