El sábado fui con mi madre de compriñas. Iba en busca de un pantalón pitillo, preferiblemente vaquero. En principio no debería ser una tarea difícil, ya que de momento se siguen llevando y los hay en todas las tiendas. Pues me encontré con varios problemas.
- Problema 1: La cinturilla: los de gomita elástica se me caen, tengo dos y me estoy planteando seriamente ponerme unos tirantes (monísima iba a estar).
- Problema 2: La enorme variedad de vaqueros de Blanco desapareció en época de rebajas. Sin Blanco, se me reducen las posibilidades.
- Problema 3: La talla. Un pantalón pitillo es un pantalón pitillo, aquí y en Pekín. Bueno, a lo mejor en Pekín le llaman de otra manera. Da igual. Pero lo que me pasa con la talla es muy curioso: yo uso una 42 (con la dieta usaba una 40, buaaaaaaa, snif), y en esa talla los pitillo se convierten en pantalones rectos. ¿Perdona? Yo quiero que el pantalón me quede ajustadito en el tobillo, igual que otra chica que use una 38 aunque a ella le quede mejor. Si quisiera un pantalón recto, me lo compraba recto, pero no me gustan.
Finalmente, y tras mucho bucear, encontré lo que quería, o algo así: un pitillo negro muuuuuuy ajustado en los tobillos y de cintura alta. ¡Buffff!
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