¿Diario de la alegría? (I)

Me pregunto si seré capaz de escribir aquí cada día algo bueno y digno de ser recordado. Y más de uno dirá: ¿pero qué mosca le picó a Koki? Pues en parte inspirada por el calendario de la alegría que le hice a M. (tengo que buscarte un mote para el blog, jeje), y en parte por el ya extinto blog Memorama, de Carmen Pacheco, tengo ganas de imponerme la disciplina de buscar cualquier pequeñez en el día que al menos me haga esbozar una sonrisa.


Hoy, por ser el primer día, va por partida triple:


Sábado 31 de diciembre 2011:

- Uso por primera vez unas pestañas postizas... que además me aguantan toda la noche contra todo pronóstico.

Si pestañeo, te despeino

- Me compré unos super peep toe glitter dorados preciosos con taconazo... y en vez de estrenarlos, fui con princesitas (miento: los peep toe los puse desde casa de mi madre hasta el coche).

- Pese a mi día pesimista y a mi indecisión (sonlasdoceymediaytodavíanotengoclaroquévestidovoyallevar), y a pesar de la lluvia (adiós, pelo liso, bienvenido, moño de donut), finalmente conseguí que no me disgustara del todo el look final (y eso en mí ya es un milagro).

Lo que mejor recordaré (homenaje al Memorama, jeje): Al llegar a casa ya por la mañana, y luchando contra el sueño, me empecé a desmontar como un Lego: lentillas, pestañas postizas, moño, maquillaje...

Domingo 1 de enero 2012:

- El primer 1 de enero (cumple de mi madre, además) que consigo levantarme para comer con la familia, y no para merendar.

- Por primera vez en once meses, el pequerrecho no me llora cuando lo cojo; y no sólo eso, se pasó la tarde riendo con mis tonterías y se lanzó a mis brazos para que lo cogiera. Disfruté de él como nunca. Además, aprendió un juego nuevo ojeando el libro que le regalé.

Lo que mejor recordaré: Como no todo podían ser sonrisas y carcajadas, mientras estaba achuchando al pequerrecho en un cariñoso abrazo, me arreó un mordisco en el brazo con sus puntiagudos dientecitos de vampiro.

La prueba del delito

Lunes 2 de enero 2012:

- Hoy me cuesta encontrar algo bueno, la verdad. En fin... hoy en el trabajo estuve lo suficientemente despierta como para no parecer una walking dead.

Lo que mejor recordaré: La siesta tonta que me eché a las siete y media de la tarde espachurrada sobre la mesa del comedor.