Ayer fue un día raro, raro (o no tanto, pero me apetece contarlo).
Por la mañana bajé a casa de la vecina a buscar unos calcetines que me cayeron a su terraza cuando tendía la ropa. Me los dio en una bolsita, y me dijo: "No los saques, llévalos en la bolsita, que estaban en la basura". "¿?" "Sí, es que como siempre le cae ropa a alguien y nunca la vienen a buscar, la tiro a la basura". Me fui toda digna con mi bolsita, y al llegar a mi casa, los tiré, qué asco. Menos mal que eran unos simples calcetines del Primark, si me llega a caer un bikini de Calzedonia, me compra otro!
Después fuimos a comer con mi familia al sol, y más tarde a la playa. En la playa no me quemé, pero mientras comíamos, el sol me dejó una hermosa marca roja en la espalda. Como llevaba vestido, parece que tomé el sol con un enorme bañador de vieja.
Por la noche fuimos a un festival a ver a Supersubmarina (y gratis!!). Era en un pueblo que no conocemos, donde no fuimos nunca y al que no sabíamos llegar. Como somos previsores, llevamos una superbolsa con bocatas, patatas fritas y cocacola (no sabíamos si por allí cerca habría algún sitio para cenar), y además paramos en una gasolinera de autoservicio para repostar. Al poco de salir de la gasolinera, nos salta la luz de la reserva. Bueno, malo será, pensamos como buenos gallegos, nos estafaron en la gasolinera, pero por el camino tiene que haber otra. Fuimos guiándonos por las señales y por el GPS interno que tiene Pinchiño en el cerebro (si nos guiamos por mi pésimo sentido de la orientación, acabamos en Madrid fijo). Las señales nos llevaron por unas carreteras horribles, mal iluminadas, interminables y superestrechas. Fuimos todo el camino con miedo a quedarnos tirados en medio de uno de esos caminos y que nos comieran los lobos, o peor, algún preso fugado de la cárcel de ese pueblo (la imaginación, que es muy salvaje). Cuando llegamos a nuestro destino, la única gasolinera estaba cerrada. Tuvimos que preguntar en una parrillada, y nos mandaron tomar la autovía hasta una estación de servicio. Cuando repostamos de nuevo, la aguja del combustible subió el doble. No fuimos todo el camino en la reserva, sino que el coche nos vaciló y nos marcó mal el nivel de gasoil, tanto susto para nada! Eso sí, ahora el depósito va bien llenito.
Llegamos de nuevo al pueblo, aparcamos enseguida, cogimos nuestra bolsa de comida con más hambre que Carpanta, y llegamos a la plaza con el concierto empezado. Una vez allí, nos pusimos a comer los bocatas mientras cantábamos y saltábamos. Para no desentonar con la juventú y sus calimochos, sacamos la superbotella de cocacola. Salté, canté a grito pelado, y despeiné mi intento de peinado de Zooey Deschanel (algún día conseguiré peinarme como ella).El concierto estuvo genial, aunque sigo diciendo que el cantante en directo canta un poco así.
Después nos quedamos a ver al siguiente grupo, Estereotypo (muy conocidos en su casa). No pensaba que ver a un grupo al que no conozco fuera a ser tan divertido! Seguimos saltando, brincando y cantando como chiflados. Al acabar, lanzaron las baquetas y Pinchiño alcanzó una. Ya editaré con foto (ahora me voy a comer carne a la brasa y luego a la playa), pero es digno de ver lo destrozada que estaba.
Total, un día completito y algo raro por momentos.
Edito: foto de la baqueta:
No hay comentarios:
Publicar un comentario